viernes, 22 de enero de 2016

MEJOR DORMIR QUE MURMURAR


Sa'di de Shiraz relata esta historia acerca de sí mismo: Cuando yo era niño, era un
muchacho piadoso, ferviente en la oración y en las devociones. Una noche estaba yo
velando con mi padre, mientras sostenía el Corán en mis rodillas. Todos los que se
hallaban en el recinto comenzaron a adormilarse y no tardaron en quedar
profundamente dormidos. De modo que le dije a mi padre: «Ni uno solo de esos
dormilones
es capaz de abrir sus ojos o alzar su cabeza para decir sus oraciones. Diría uno que
están todos muertos»Y mi padre me replicó: «Mi querido hijo, preferiría que también tú
estuvieras dormido como ellos, en lugar de murmurar».
La conciencia de la propia virtud es un riesgo muy propio de quien se embarca en la
oración y en la piedad.


Bahaudin Naqshband.


Un cierto mercader famoso y bien relacionado acudió a Bahaudin Naqshband. En asamblea abierta dijo:
"He venido a ofrecerte mi sumisión a ti y a tus enseñanzas, y te ruego que me aceptes como discípulo."
Bahaudin le preguntó:
"¿Por qué piensas que eres capaz de aprovecharte de la enseñanza?"
El mercader contestó:
"Todo lo que he conocido y todo lo que me ha gustado de la poesía y de las enseñanzas de los antiguos , tal como están escritas en sus libros, lo encuentro en ti. Todo lo que otros maestros sufíes predican, alaban y tomas de los Sabios, realmente lo encuentro en ti, y no tan completa y perfectamente en ellos. Te considero uno de los Grandes Sabios*, porque puedo distinguir el aroma de la Verdad en ti y en todo lo que se relaciona contigo."
Bahaudin dijo al hombre que se retirase, prometiéndole que le comunicaría su decisión respecto a su aceptación a su debido tiempo.
Transcurridos seis meses, Bahaudin llamó al mercader a su presencia y dijo:
"¿Estás preparado para aparecer públicamente conmigo en un intercambio de preguntas y respuestas?"
Él respondió:
"Por mi cabeza y por mis ojos que sí."
Cuando la reunión de la mañana iba progresando, Bahaudin llamó a otro hombre del círculo y le pidió que se sentase junto a él. A los oyentes les dijo:
"Éste es el distinguido rey de los mercaderes de esta ciudad. Hace seis meses vino aquí creyendo que podía distinguir el aroma de la verdad en todo lo relacionado conmigo."
El mercader afirmó:
"Este período de prueba y separación, estos seis meses sin un vislumbre del Maestro, este exilio, han hecho que me sumerja aún más en los clásicos, de manera que pueda al menos mantener alguna relación con él, al que deseo servir, Bahaudin El-Shah, que es visiblemente idéntico a los Grandes Sabios."
Bahaudin replicó:
"Han pasado seis meses desde que estuviste aquí. No los has pasado en vano: has estado trabajando en tu tienda y has estado estudiando las vidas de los grandes sufíes. Sin embargo, podías haber estado estudiándome a mí, al que consideras tan idéntico a uno de los Conocedores del pasado, ya que he pasado dos veces por semana por tu tienda. Durante estos seis meses en los que "no hemos estado en contacto", he estado cruenta y ocho veces en tu tienda. Muchas de esas ocasiones transcurrieron haciendo yo algún tipo de transacción contigo, comprando o vendiendo mercancía. Por las mercancías y por un simple cambio de ropa y de apariencia no me reconociste. ¿Es eso "distinguir el aroma de la verdad"?"
El mercader permaneció en silencio.
Bahaudin continuó:
"Cuando llegas cerca del hombre que otros llaman "Bahaudin", puedes sentir que él es la verdad. Cuando te encuentras con el hombre que se llama a sí mismo el mercader Khaja Alavi (uno de los seudónimos de Bahaudin) no puedes distinguir el aroma de la verdad de lo que está conectado con Alavi. Tú encuentras de manera perceptible en Naqshband sólo lo que otros predican y no son. En Alavi no encuentras lo que los Sabios son pero no parecen ser. La poesía y las enseñanzas a las que te has referido son una manifestación externa . Por favor, no llames a esto espritualidad."
Ese mercader era Mahsud Nadimzada, que posteriormente fue un famoso santo , que se hizo discípulo de Bahaudin tras haberse sometido al estudio bajo la dirección del cocinero de la Khanqa, que era casi analfabeto en poesía, charlas o técnicas espirituales.
Una vez dijo:
"Si no hubiera estudiado lo que imaginaba que era un camino espiritual, no tendría que haber olvidado los numerosos errores y superficialidades que Califa-Ashpaz (el cocinero) extirpó de mí al ignorar mis pretensiones."